La doble vida hecha deporte. Acá, en Mendoza, un inicio amateur por elección que se convierte en una pasión con la que, lamentablemente, no se llega a fin de mes. Allá, la posibilidad de aplicarlo como estilo de vida y de crecer deportiva y económicamente. El fútbol de salón y sus dos caras.
La provincia está nucleada en la Asociación Mundial de fútbol de salón, es decir, la competencia directa de FIFA. Es pionera y marca el pulso a nivel nacional, tanto en equipos como en selecciones: tiene más de 10 mil jugadores federados entre 90 clubes que compiten tanto en femenino como en masculino.
El tema es que en Mendoza el deporte en cuestión es amateur. No se vive por jugar al fútbol de salón. Es más, se paga por jugar. Sí, los cracks de estos lares suman a sus gastos una cuota mensual de una institución, la federación a FEFUSA, los viajes y otros detalles que se suman a la cuenta.
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El fútbol de salón sigue creciendo en Mendoza pese a la competencia profesional.
Ese paradigma comenzó a mutar hace diez años, con dos talentos que abrieron las puertas del Viejo Continente: Renzo Grasso y Gonzalo Pires fueron los créditos locales que decidieron dejar la elite provincial para empezar a escribir sus propias historias lejos de casa.
Arrancaron en tercera categoría con los colores del humilde Sammichele tano y empezaron a levantar vuelo al punto que el ex Cementista hoy milita en Serie A y el ex Jockey lo hace en Serie B. Detrás de ellos empezaron a ampliar la lista jugadores como Luciano González, Lucas Díaz, Lautaro Biondi, Lucio Moragas, los hermanos Civelli, Agustín López, Bernardo Difonzo y una nueva camada de pibes que no se detiene.
El camino inicial es difícil porque los primeros contratos son en divisiones menores a cambio de estadía y un sueldo promedio entre 500 y 600 euros. Pero es la forma de poner un pie en Italia y comenzar a desandar un crecimiento que no tiene límites. Así, las joyitas locales deciden emprender periplo con destino a Europa buscando convertir la pasión en estilo de vida. Un camino que cada vez suma más adeptos.
La contradicción del fútbol de salón entre Mendoza-Europa
Dejar Mendoza para militar en Europa tiene un dato llamativo. Acá, en la provincia, los jugadores militan en la Asociación Mundial de fútbol de salón, que tiene su correlato en la Confederación Argentina a nivel nacional y desemboca en FEFUSA en el plano provincial.
El tema es que el salto a Italia los cambia de competencia. Es decir, los jugadores que deciden partir rumbo a Europa compiten en FIFA. Por ende, pasan a integrar otro mundo totalmente distinto. Por ejemplo, no deberían jugar en Selecciones argentinas de CAFS o tampoco en combinados provinciales de FEFUSA.
La elección de muchos es hacerlo en el plano de sus vacaciones, conformidad con los clubes del exterior mediante. Así, un chico nacido en Don Orione como Difonzo ha jugado División de Honor para el club de sus amores o un Gonzalo Pires fue campeón Mundial de Clubes con su querido Jockey Club.
El tema es que a más nivel, más obligaciones: Renzo Grasso, hoy el mejor ubicado si hablamos de presente, hace tiempo que en sus vacaciones no viste los colores de su Cementista por un tema de responsabilidad profesional.
Mendoza sigue de pie
Más allá de lo seductor que significa FIFA por cuestiones económicas y de crecimiento, nuestra provincia continua a pie firme con su crecimiento sostenido. Hoy, FEFUSA es la Federación con más deportistas de Mendoza y domina a nivel deportivo tanto a nivel de clubes como de selecciones. Por citar solo un ejemplo: en el último Mundial realizado en Colombia, el cuerpo técnico y la mitad del plantel fueron locales.
Ausencia en Selecciones FIFA
A nivel masculino, ningún mendocino integra la Selección Argentina. Renzo Grasso ha tenido oportunidades pero no ha sido citado hasta el momento. En el femenino, por el contrario, son habitués de las convocatorias Tamara Falconi, Mailen Romero, Ana Ontiveros y Cecilia Funes.