¿Qué pasa dentro del Ecoparque y cuándo abrirá sus puerats nuevamente?

Ecoparque de Mendoza: ¿por qué hace diez años está cerrado y cuándo volverá a abrir?

En este informe te contamos cómo está hoy el Ecoparque de Mendoza y cuándo abrirá al público nuevamente

El Editor Mendoza | Denia Gomez
Por Denia Gomez
29 de abril de 2025 - 11:00

Desde que sus puertas se cerraron al público en 2016, cuando todavía era un zoológico, el Ecoparque de Mendoza, ubicado al pie del Cerro de la Gloria, se convirtió en un enigma para los mendocinos. Nadie sabe qué ocurre allí adentro ni cuál será el futuro del que supo ser el zoológico más poblado de Latinoamérica.

De muestrario a hospital de animales

“Uno no va al hospital a entretenerse con los enfermos, el Ecoparque debería verse de esa manera”, lanza un consejero del ex zoológico. Lo que prometía ser una transformación profunda hacia un modelo de conservación y bienestar animal parece avanzar a paso muy lento, marcado por carencias económicas, estructurales y la herencia de décadas de funcionamiento como un zoológico tradicional pero que ni siquiera cumplía con normas internacionales mínimas.

Para Leandro Fruitos, consejero del Ecoparque en representación de la Fundación Franz Weber, "la transformación de una institución centenaria como el ex zoológico de Mendoza requiere tiempo, paciencia y perseverancia". Fruitos forma parte del consejo consultivo del Ecoparque desde 2017, órgano integrado por universidades, organizaciones civiles, trabajadores del Ecoparque y la Dirección de Recursos Naturales, que tiene la tarea de asesorar en el proceso de cambio, identificar oportunidades de mejora y acompañar el destino de los animales.

Fruitos, con una trayectoria ligada a la defensa animal desde 2008, explica que la transformación no es sólo física y funcional, sino también cultural, tanto dentro de la institución como en la sociedad. Sin embargo, una diferencia importante con el Ecoparque de Buenos Aires, que transita un camino similar, se encuentra en la falta de incorporación de nuevo personal y la imposibilidad de mejorar las condiciones del ya existente en Mendoza.

"La transformación del zoológico de Mendoza la hicieron los propios trabajadores", destaca Fruitos, valorando el compromiso del plantel actual, que ronda los 55 empleados, muchos de ellos con años de servicio en el antiguo zoológico.

Pero esta situación también representa un desafío, ya que las nuevas funciones de rescate, rehabilitación y derivación de fauna exigen capacidades especializadas que son complejas para personas de edad avanzada.

Los trabajadores aman la institución pero no alcanza porque son pocos y mayores. Los trabajadores aman la institución pero no alcanza porque son pocos y mayores.

La política del Gobierno de Mendoza de no incorporar personal desde la primera gestión de Alfredo Cornejo agudiza esta problemática. "Es con los que están, hagamos lo que podamos", resume el consejero. Esta limitación contrasta con la experiencia del Ecoparque porteño, que por ejemplo, al pasar a la órbita de la Ciudad sumó profesionales jóvenes, acelerando el proceso de reconversión.

Para Fruitos, esta restricción de personal es una de las principales razones de la demora en la transformación del Ecoparque mendocino. A esto se suma una línea de base "muy pesimista" heredada del antiguo zoológico, que nunca cumplió con estándares internacionales, especialmente en lo referente al control poblacional.

El Ecoparque en números

"El Zoológico de Mendoza llegó a albergar 2.700 animales, convirtiéndose en uno de los más grandes del mundo en términos de población, gestionado con muy pocos recursos y personal", expone Fruitos.

Desde 2017, se han derivado más de 1.500 animales, y la población actual se sitúa en torno a los 1.200 animales, con una tendencia a la baja gracias a la separación de sexos y la castración de los machos. Además, un programa de adopción responsable permitió que 80 familias adoptaran a 1.250 animales bajo estrictos controles para garantizar su bienestar y evitar riesgos ecológicos al tratarse, en muchos casos, de especies exóticas invasoras como ciervos y muflones.

Un dato llamativo es que, como cualquier persona física o jurídica puede adoptar animales del zoológico, la mayoría de quienes deciden hacerlo son familias que cumplen con los requisitos y tienen la posibilidad económica de solventar el mantenimiento. En general, se trata de familias particulares que viven en fincas o espacios grandes, incluso algunas experiencias de cultivadores orgánicos que adoptan con el fin de controlar la maleza.

Sin embargo, el traslado de otros animales como camellos, cebras y antílopes es más difícil por la falta de lugares para su reubicación a nivel mundial. Para ellos, no hay oportunidades concretas de nuevas residencias.

En cuanto a la infraestructura, Leandro Fruitos señala que en los últimos dos años se iniciaron las inversiones del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para la construcción de nuevos edificios administrativos, un hall de entrada, servicios gastronómicos y la mejora de los caminos y el riego. Pero estas obras aún no están terminadas.

Las instalaciones existentes son arcaicas, las cuales datan en su mayoría de 1940, y son otro obstáculo para la reapertura del lugar. "Hoy habitamos un Ecoparque con infraestructuras obsoletas", asegura Fruitos, explicando que las mejoras realizadas hasta el momento han sido "parches" y que se requiere una renovación integral para que sea segura tanto para personas como para animales.

La convivencia de obras con la presencia de animales dificulta aún más el proceso de transformación y la eventual reapertura al público. Fruitos es tajante: "O derivamos los animales o abrimos al público y hacemos las obras. Todo junto no se puede, porque los animales lo sufren un montón".

A pesar de las demoras, que para este consejero son un “tiempo razonable para tremenda institución”, Leandro apoya que el zoológico haya permanecido cerrado todos estos años. Para él, esto ha permitido la derivación de animales de forma ordenada y respetando su bienestar.

¿Qué falta entonces?

La reapertura del Ecoparque, tan esperada por la sociedad mendocina y los turistas, aún no tiene una fecha definida. Según Fruitos, además de la finalización de las obras y el traslado de los animales exóticos restantes, lo que falta es la adecuación de espacios destinados al rescate, rehabilitación y conservación de fauna autóctona o víctima del tráfico ilegal.

Esto último, debido a que Mendoza es una provincia limítrofe y se detectan muchos animales de contrabando. El rol del Ecoparque debería ser el de un “hospital”: rescatar, curar y devolver al hábitat natural.

Cuando se piensa en el futuro del Ecoparque de Mendoza, se pretende una población permanente de entre 500 y 600 animales, priorizando la fauna autóctona recuperada.

El privilegio de los recintos para humanos

Desde la Fundación Cullunche, Jennifer Ibarra, quien fue una de las activistas que más luchó por la reconversión del ex zoológico, remarcó que las organizaciones no tienen permitido el ingreso al predio para seguir de cerca el estado de los animales.

“Lo que se ve desde afuera es un abandono total, incluso de los árboles y la vegetación del lugar”, reconoce Jennifer y lanza una amarga afirmación: “El Estado debe hacerse cargo de lo que creó (por el zoológico), aunque no haya sido este Gobierno, el Estado decidió encerrar animales y ahora tiene una deuda con ellos de darles una buena calidad de vida hasta que mueran”.

Para esto, es necesario la decisión política de “gastar dinero en sostener algo que da pérdida pero ese debe ser su compromiso moral”, asegura Ibarra, “porque es algo que eligió la dirigencia en su momento, ahora deben sostenerlo y hacerlo de manera digna para los animales”.

Por otro lado, tanto Ibarra como los trabajadores del Ecoparque reconocen que la alimentación ha sido un tema en el que nunca han tenido críticas hacia los distintos gobiernos: “La comida nunca estuvo en discusión, el problema es el manejo del lugar y la desidia”.

Desde Cullunche siempre soñaron con transformar el viejo lugar en un centro educativo, científico y de capacitación, con espacio incluso para que empresas inviertan en tecnología 3D, que pudieran asistir los alumnos y aprender de manera respetuosa, pero además con un espacio destinado a los pueblos originarios.

Toda la atención puesta en los animales humanos, las obras grandes son para las personas porque los recintos modernos aún no están terminados. Toda la atención puesta en los animales humanos, las obras grandes son para las personas porque los recintos modernos aún no están terminados.

Para Ibarra, lo primordial es detener la reproducción de los animales, acelerar el traslado de todos los estén en condiciones de hacerlo y, para los que deben quedarse allí hasta morir, mejorar los recintos y enriquecer ambientalmente sus espacios, es decir, dotarlos de condiciones más parecidas a las de su hábitat natural. Y aquí, Jennifer coincide en que falta personal: “Se necesita que haya más guardaparques y más personal veterinario también los fines de semana, tienen que entender que tienen a su cargo la vida de más de mil seres sintientes”.

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¿Terminarán las obras en cuatro meses?

Desde el Ministerio de Infraestructura informaron cuál es el avance de las obras que se están llevando adelante en el predio del Ecoparque. Actualmente, “se avanza con la intervención en 1.330 m2 de edificios nuevos, incluidos el hall central, la administración y el bar”, explican las autoridades.

Además, aseguran que se están poniendo a punto los sistemas de riego, electricidad, equipos contra incendios, restauración de la plaza y mejoramientos de los senderos (4.000m). Según las autoridades, “la obra proyectada costará unos 11.000 millones de pesos”. Cabe recordar que la provincia recibió fondos del BID para este destino específico y que su plazo de obra vence en agosto de 2025. “¿Podrán?” es la pregunta que más resuena entre los involucrados.

"Yo creo que nunca lo van a abrir”

Mientras las promesas de un Ecoparque modelo se reafirman en los discursos oficiales, la realidad que viven los trabajadores en el predio cerrado al público desde 2016 pinta un panorama desolador. Felipe hace más de 30 años que trabaja en el ex zoológico y también denuncia el estado de abandono y el mal manejo de los animales pero suma los riesgos laborales a los que se enfrentan. Reconoce que la planta de personal es escasa y que muchos de ellos, por su avanzada edad, “ya no pueden hacer las cosas como las hacían antes”.

Los que de verdad trabajamos en el predio somos 22 personas aproximadamente, el resto están adentro. En una época éramos 110 trabajando para los animales. Los que de verdad trabajamos en el predio somos 22 personas aproximadamente, el resto están adentro. En una época éramos 110 trabajando para los animales.

"Cuando empezaron con esta ley, nosotros habíamos presentado un proyecto alternativo, un bioparque", recuerda Felipe. Sin embargo, la propuesta no prosperó, y la implementación de la ley del Ecoparque tomó sólo algunos puntos de los planteados.

Animales sin castrar

Uno de los puntos más graves que denuncia Felipe es el destino de los animales supuestamente destinados a adopción responsable. "En la ley decían que todos los animales tenían que salir castrados y no tenían que estar a la vista del público. En teoría, porque no se cumplió nada, no están todos castrados ni han sido trasladados siempre de manera cuidadosa", defiende el trabajador. Además, recuerda una ocasión en la que durante el traslado de ovejas somalíes, para no hacer dos viajes, fueron enviadas todas juntas en un solo camión y varias murieron en el camino, aplastadas.

El controvertido traslado de las elefantas a Brasil también es objeto de críticas. Felipe revela que una de las elefantas, dócil y acostumbrada a trabajar sin cadenas, fue encadenada en una de sus patas un día antes del traslado, provocándole heridas al intentar liberarse. "Es un animal que hubiese subido perfectamente al camión sin ningún problema", sentencia.

Las obras de refuncionalización del Ecoparque tampoco escapan a su crítica. "Rompieron todo lo que pudieron romper. Caminos que no se pueden transitar", denuncia, señalando que la empresa a cargo de las obras detuvo su actividad en diciembre del año pasado y que los trabajos se concentran en la zona de los edificios visibles desde la calle, destinados a una futura biblioteca, café o restaurante. "Para adentro dejaron todo roto", asegura.

La falta de recursos básicos para las tareas diarias agrava la situación. "Los tractores no tienen buen embrague, no arrancan bien, a uno hay que empujarlo siempre, los frenos son malos. Hay que pelear con mangueras que están todas rotas. Las cañerías son un asco, no hay plata para eso”, expone Felipe.

Las condiciones de seguridad para los trabajadores también son deficientes. Según empleados, algunos recintos, en donde se resguardan los animales enfermos, no tienen las dimensiones adecuadas: “Muchas veces hemos salido lastimados, no porque los animales nos ataquen sino porque son grandes y el espacio no es suficiente para movilizarse”.

En cuanto a los nuevos habitáculos, Felipe pronostica un mal final para el recientemente finalizado recinto de los monos papiones: "Se van a salir los monos de ahí, el portón es de madera terciada, los comederos no tienen forma de lavarlos bien, no tienen un desagüe", advierte.

Ante este panorama desolador, Felipe se muestra pesimista sobre la reapertura del Ecoparque. "Yo creo que nunca lo van a abrir porque si la gente ve lo que están haciendo, ya lo estaría criticando”.

De zoológico a centro de rehabilitación de fauna

Ignacio Haudet, actual director de Biodiversidad y Ecoparque –dependiente de la Secretaría de Ambiente de Mendoza–, explica que el cambio de nombre no es casual. “Ya no existe más la Dirección de Ecoparque como tal. El enfoque actual es que el predio funcione principalmente como un centro de rehabilitación de fauna silvestre, además de ofrecer propuestas de sensibilización ambiental para el público. Queremos separar claramente lo que es el cuidado de los animales de las actividades recreativas”, señala.

El principal objetivo hoy es consolidar al Ecoparque como un espacio estatal de referencia en rehabilitación de fauna. “Ingresan muchos animales que rescatamos en distintos operativos, aunque a veces no se comunica. Algunos se derivan a la Fundación Cullunche, otros a la YPF y otros vienen acá. Lo importante es que podamos rehabilitarlos y devolverlos a su hábitat”, destaca Haudet.

Para fortalecer esta misión, este año se presupuestó la construcción de una nueva clínica veterinaria. “El antiguo zoológico tenía una pequeña sala veterinaria y una sala de necropsias adaptada como quirófano.

Hoy necesitamos una infraestructura real y acorde a las necesidades de un centro de rehabilitación”, explica. El proyecto ejecutivo está en su etapa final, y la licitación para su construcción debería lanzarse antes de fin de año, para no perder los fondos asignados en el presupuesto actual.

Sin embargo, los tiempos de obra y los procesos administrativos son una carrera contrarreloj: “No creo que la clínica esté terminada este año, pero sí deberíamos iniciar la construcción”, afirma Haudet.

Mientras tanto, los trabajos de rehabilitación no se detienen. Ejemplos recientes incluyen el rescate de lechuzas de campanario en Puente del Inca o de un zorro que lamentablemente debió ser eutanasiado por una fractura irreversible.

Actualmente, el Ecoparque alberga alrededor de 1.200 animales, una cifra que supera ampliamente la capacidad ideal del predio, estimada en unos 800 ejemplares. “Necesitamos liberar espacios para garantizar mejores condiciones. Hay animales, como los camellos, que requieren grandes extensiones para moverse”, explica Haudet.

Embed - Presentación Proyecto Ecoparque

Profesionalizar el cuidado

Más allá de las obras, otro gran desafío es el personal.

Muchos de los empleados pertenecen a generaciones anteriores, cuando el viejo zoológico funcionaba bajo lógicas ya superadas.

“Muchos trabajadores son personas mayores, con formas de trabajo que responden a paradigmas de otra época. Hay mucha historia ahí, incluso de empleados que ingresaban por vínculos familiares”, cuenta el director.

Actualmente, la profesionalización del equipo es clave. “Hoy el cuidador debería ser una persona con formación técnica específica en conservación o bienestar animal. Antes no se exigía, pero ahora sí es necesario”, sostiene. En este sentido, se han impulsado acciones como la terminalidad educativa para que trabajadores completen el secundario y accedan a mejoras salariales.

En cuanto al equipo veterinario, Haudet asegura que está fortalecido: hay tres veterinarios de planta, un especialista en fauna silvestre, y pronto se sumará un profesional más. Aun así, faltan recursos como una sala propia de rayos X, aunque actualmente tercerizan este servicio para no detener los tratamientos.

La pregunta del millón: ¿cuándo se abrirá al público?

La expectativa social sobre la reapertura del paseo es enorme. Pero desde la gestión aclaran que no se busca una apertura “a cualquier costo”.

“La gran pregunta es: abrir, ¿para qué? No se trata sólo de mostrar animales”, enfatiza Haudet.

La propuesta busca ofrecer experiencias educativas, espacios de sensibilización ambiental y juegos para el público, sin exponer innecesariamente a la fauna.

Actualmente se están construyendo tres edificios nuevos, caminos internos y una plaza de juegos. El plazo oficial de finalización de las obras es agosto de 2025, aunque las autoridades reconocen que los tiempos podrían extenderse.

“La idea es que, una vez entregada la infraestructura, podamos avanzar en una apertura parcial. Esperamos que sea este año, aunque todo depende de factores que muchas veces no manejamos desde el Ecoparque, como el ritmo de las obras que coordina Infraestructura provincial”, señala Haudet.

Además, se trabaja en un plan de contenidos para ofrecer una experiencia completa, en colaboración con instituciones externas que aporten propuestas educativas innovadoras.

Un cambio cultural que llevará generaciones

La transformación del Ecoparque no es sólo estructural: implica un cambio profundo en la relación de la sociedad con la fauna silvestre. En los relevamientos de opinión pública realizados recientemente, aún predomina la nostalgia por el viejo zoológico y la expectativa de “ver animales”.

“Cambiar la visión de una institución centenaria no se logra en dos años ni en cuatro. Tal vez necesitemos cambios de generación”, reflexiona Haudet. Y concluye: “El mensaje es que nos queda mucho trabajo por hacer. Pero estamos convencidos de que el camino correcto es proteger a la fauna y educar para construir una sociedad más consciente”.

“Estamos trabajando para que el Ecoparque abra sus puertas a la comunidad lo antes posible, pero la pregunta es “¿Abrir para qué?”

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