Causa cuadernos: Clarens reveló el esquema de sobornos ordenado por Néstor y que siguió Cristina Kirchner
- La declaración arrojó luz sobre el financiamiento ilegal
- La orden de recaudar USD 300 mil por semana y cómo el esquema siguió operando con Cristina
PorElEditor Mendoza
22 de noviembre de 2025 - 12:35
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Cristina Kirchner suma problemas y señalamientos en la causa Cuadernos.
La confesión del financista Ernesto Clarens durante el juicio por la causa Cuadernos arrojó luz sobre el funcionamiento interno de una de las tramas de recaudación ilegal más complejas de la historia reciente argentina. En la tercera audiencia del juicio oral, se leyeron los fragmentos más significativos de su declaración.
Describió con precisión su papel central en el circuito de sobornos vinculados a la obra pública. Clarens, un hombre cercano a Lázaro Báez, comenzó su relato con la confirmación de la orden política detrás del esquema: “Yo me ocupaba por cambiar los pesos por dólares”, se escuchó en la audiencia, en referencia a su rol central en la conversión y traslado de fondos para el circuito establecido por la entonces Presidencia.
El esquema instaurado por Néstor: recaudación de dólares semanales
El esquema de sobornos se inició a mediados de 2005. Según el testimonio, el Gobierno nacional, por orden de Néstor Kirchner, decidió obtener fondos de la obra pública mediante una operatoria que requería la intervención de Clarens para recibir pagos de constructoras en concepto de aportes o retornos.
Clarens explicó que la recaudación se desarrollaba a través de la Cámara Argentina de Empresas Viales (conocida como la “Camarita”) y que los fondos debían llegar al secretario de Obras Públicas, José López, o a quien él indicara, que era Daniel Muñoz, secretario privado de Néstor Kirchner. El financista detalló con precisión las cifras y la frecuencia:
El valor de cada entrega rondaba los USD 300.000.
La recaudación se realizaba semanalmente.
El porcentaje habitual de la recaudación era el 10% de lo cobrado en las obras.
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Clarens reveló detalles clave para la investigación.
Clarens además identificó a los representantes de empresas que acudían a entregar el dinero, mencionando a Santiago Altieri por IECSA, Eduardo Kennel por CHEDIACK, Tito Biaggini por CARTELLONE y Copola por ESUCO, entre otros, subrayando que en la mayoría de los casos los titulares de las firmas participaban directamente en la entrega.
La continuidad bajo Cristina Kirchner: órdenes y financiamiento político
La confesión que complica a la ex presidenta se centra en cómo el esquema de recaudación y manejo de fondos continuó después del fallecimiento de Néstor Kirchner. Clarens afirmó que, aunque el circuito de la Camarita se discontinuó, los pedidos de fondos continuaron, algunos por orden directa de la entonces Jefa de Estado. En su declaración, Clarens relató dos pedidos específicos de Cristina Kirchner tras la muerte de su esposo:
Adjudicación Exclusiva: la presidenta ordenó que se adjudicara una obra clave en el sur, el tramo Perito Moreno - Bajo Caracoles de la Ruta 40, a la empresa de Cristóbal López.
Salvataje Corporativo: la ex mandataria ordenó a José López que apoyara a la constructora GOTTI (de Lázaro Báez) para salvarla de la bancarrota.
Además, Clarens confirmó que durante 2012 y 2013, López le comunicó que algunas empresas como ESUCO, CARTELLONE y ROGGIO, aportarían dinero para la campaña del kirchnerismo. Sobre el manejo de la obra pública, Clarens corroboró un dato de José López que implica a la ex presidenta: “José López preparaba el listado del pago de Vialidad con Cristina, siendo que ella estaba al tanto de quienes cobraban primero”.
La ruta del dinero: la bóveda en El Calafate
En la parte final de su confesión, Clarens reveló el destino del dinero en efectivo. Daniel Muñoz le había contado que los dólares se almacenaban en archivos metálicos dentro de una bóveda en el subsuelo de la casa del matrimonio Kirchner en El Calafate.
Muñoz detalló que el dinero se transportaba los viernes en aviones oficiales que partían del sector militar de Aeroparque y aterrizaban en Río Gallegos o en El Calafate, donde finalmente se guardaban los fondos recaudados. Clarens estimó que el dinero movilizado en este esquema rondó los USD 30 millones.