A pesar de las declaraciones, el Gobierno continúa desplazando a personas en situación de calle. Aprovecharon una asamblea para llevarles sus pertenencias
Personas en situación de calle realizaron una asamblea en el Patio Callejero, mientras tanto, la policía les tiraba a la basura todas sus cosas.
Luis Vigazzola / ElEditor MendozaEste viernes a las seis de la tarde, personas en situación de calle realizaron una asamblea en el Patio Callejero de la calle San Luis. Esa es la manera institucionalizada que les ha pedido el Gobierno para poder empezar a discutir soluciones a sus demandas.
Decidieron reunirse para delinear algunas propuestas junto a las organizaciones sociales que los acompañan y a la Pastoral de la Calle.
Pero la asamblea pacífica se vio interrumpida por el aviso a gritos de que la policía les estaba llevando las pertenencias a quienes duermen en la plazoleta Almirante Brown, frente al Hospital Central. Muchos de los que estaban allí se fueron corriendo hasta el espacio verde y comprobaron, tristemente, que el rumor era cierto: la policía de Mendoza había aprovechado que casi todas las personas en situación de calle estaban en la reunión para llevarse sus colchones, ropa y documentación. Incluso, no dudaron en subirse a los árboles para extraer la ropa de quienes duermen allí.
Una pareja de ancianos que vive hace muchos años en la calle contaba con indignación cómo no habían podido hacer nada para salvar las pocas pertenencias de sus amigos: “Quedate piola porque sino te llevo a la comisaría”, le dijo una mujer policía. Él se lamentaba: “No pude hacer nada para salvar las cosas de mis amigos”, decía con los ojos rojos de indignación. Su compañera, con una leve discapacidad, miraba con amargo silencio.
Al lugar también llegaron jóvenes que son parte de los grupos que acompañan a personas en situación de calle, Puente Vincular y Bancando los Platos, entre muchas otras. Eran chicas muy jóvenes, que contenían a quienes lo habían perdido todo y, al mismo tiempo, seguían las vías legales para proceder ante estos casos. Intentaron hacer la denuncia online pero no contaban con todos los datos necesarios. También dialogaron con dos policías en bicicleta que se acercaron al ver el tumulto. Incluso desactivaron posibles momentos de violencia ante la indignación de lo ocurrido.
Minutos después, las cosas se calmaban y, una de las chicas, se acercó con una caja llena de facturas donadas; un insignificante pero sentido abrazo al alma de quienes otras vez se quedaban sin lo poco que portan en el día a día. Fue el único momento en que la ronda esbozó una leve sonrisa y el silencio dio paso a la organización para ir a denunciar lo ocurrido. Pero otra vez la organización colectiva se vio interrumpida por el grito de que la fuerza policial se encontraba sobre un pequeño espacio verde frente a la rotonda de la terminal. Allí también intentaban retirar a las personas que duermen allí. Más corridas y nuevamente el pedido de paz para no caer ante las provocaciones.
Al llegar, los efectivos policiales mostraban diferentes actitudes. Uno de ellos intentaba explicar que sólo cumplían órdenes y que debían sacar las cosas de ese espacio. Otra mujer policía filmaba y discutía con las voluntarias que le pedían que se identificara, incluso grababa nuestro trabajo periodístico; no brindaba información ni explicaciones, sólo registraba y provocaba. El resto, miraba expectante o filmaba con sus celulares desde el interior del móvil. A esa hora, ya eran cuatro móviles policiales, una furgoneta y el camión de los recolectores de la municipalidad de la Ciudad de Mendoza que daba vueltas pero no intervenía, sólo esperaba instrucciones. Las discusiones fueron largas y acaloradas. Dos personas mayores seguían sentadas sobre sus colchones, imaginando qué les depararía su suerte para esa noche; nadie sabía dónde ni cómo iban a dormir esta vez.
Paradójicamente, al caer la noche, un provisorio acuerdo vio la luz: con la llegada del superior Flavio Fernández de la Comisaría 3ra, la policía propuso que las personas en situación de calle podían dormir en esos espacios verdes sólo ante la promesa de retirarse pacíficamente a las siete de la mañana siguiente. Además, el oficial a cargo se comprometió a no llevarse detenido a nadie en el medio de la noche por el solo hecho de estar durmiendo a la intemperie.
La asamblea pasó a un segundo plano y perdió algo de entusiasmo: no porque fuera irrelevante sino porque muchos leyeron entre líneas que, sobre algunas decisiones, el Gobierno no daría marcha atrás.