Siete de cada diez operativos de las FOE son por casos de violencia de género. Así trabaja la última línea de batalla de la Policía cuando hay un atrincherado.
Las Fuerzas de Operaciones Especiales (FOE) son la respuesta a situaciones de crisis que tiene la Policía de Mendoza y -de acuerdo a datos oficiales- el 70% de sus intervenciones se dan en situaciones donde un atrincherado mantiene de rehén a una víctima de violencia de género. Se trata de operativos que salvan vidas.
Este informe busca desmenuzar todo lo que ocurre antes, durante y después de situaciones en las cuales mientras un grupo de negociadores intenta persuadir y manipular a la persona que originó la crisis, otros están preparados para actuar mediante la fuerza y neutralizar si así fuese necesario.
Las FOE están compuestas por unidades altamente especializadas cuya intervención se da en escenarios extremos con atrincherados que atraviesan crisis suicidas y que incluso a veces tienen a mujeres o niños de rehenes. En cada operativo se despliega un complejo entramado de decisiones, tecnología y -principalmente- criterio humano. Se trata de misiones donde fallar no es una opción y cada segundo cuenta. El video a continuación es un fiel reflejo de ello: se trata de una persona que amenazaba con quitarse la vida, la cual es distraída a propósito con un dron y esa situación le permite a los efectivos ponerla a salvo.
Como se trata de la última línea de respuesta ante situaciones críticas, hay datos de las FOE que no pueden darse a conocer. Por ejemplo, no pueden revelar cuántos oficiales forman parte de los grupos especiales y esto responde exclusivamente a una cuestión de seguridad. Pero sí hay un dato que vale la pena aclarar: tienen capacidad suficiente para controlar situaciones de crisis en dos lugares al mismo tiempo.
Las Fuerzas de Operaciones Especiales están compuestas por cuatro unidades, pero son dos las que principalmente actúan en los operativos con atrincherados. El GRIS (Grupo de Resolución de Incidentes y Secuestros), técnicamente, los negociadores; y el GES ( Grupo Especial de Seguridad), también conocido como el equipo táctico, quienes hacen uso de la fuerza si es necesario.
Siempre que un equipo de negociadores está trabajando, tiene detrás a la fuerza del GES. El trabajo es forma articulada porque no es predecible cómo actuará la persona que está en crisis y mucho menos si se encuentra armada. Los operativos comienzan pero es imposible vaticinar cuándo terminan: "El objetivo es lograr que esa persona dé un vuelco total y se entregue realmente a lo que nosotros estamos ofreciendo", cuentan. Y eso puede llevar horas. Incluso días.
"Negociar de ser posible y utilizar la fuerza de ser necesario", es el lema que los define.
"La tarea que cumple el negociador es una de las más importantes que tenemos dentro de las Fuerzas Especiales porque su tarea es hacer razonar a la persona que está en crisis que lo que nosotros le estamos ofreciendo es la mejor salida u opción que tiene a mano. Y muchas veces nos toca lidiar con personas que están en crisis de salud mental o crisis suicidas que no ven otro horizonte dentro de sus posibilidades", le explicó a ElEditor Javier Ortiz, jefe de las FOE desde 2024 pero vinculado a estos operativos desde hace 20 años.
Las alertas tempranas de situaciones que pueden escalar a una crisis son moneda frecuente. Se reciben entre dos y tres por día. "Hasta cuatro en un día movidito", reconoce Ortiz. En todas ellas el armado de los equipos queda listo y tanto el GES como el GRIS aguardan expectantes a la orden de partir desde la Base Cóndor a realizar sus labores. La convocatoria es múltiple: además de las tareas específicas de cada fuerza, personal de ambos grupos cumple con tareas de patrullaje y prevención en el Gran Mendoza. Si hay alerta temprana, todas las unidades se agrupan en la sede, incluso quienes se encuentran en ese momento entrenando o capacitándose: "Nos alistamos. Si la situación no escaló a crisis, volvemos a nuestras tareas".
La gran parte de las alertas tempranas son situaciones que alcanzan a ser desactivadas por los efectivos de la Policía de Mendoza en el lugar de los hechos. Cuando esto no ocurre, las FOE entran en acción. "Que escale a un punto tal de que se configure una crisis depende mucho del primer interventor, que es el policía 1 que llega al lugar. Si el policía que primero llega al lugar, que es personal regular y está en patrullaje en su móvil no cuenta con la capacidad suficiente para controlarla, puede que escale a crisis. También ocurre que el policía llegó y la situación ya estaba en crisis: en ese caso automáticamente nos activan a nosotros".
Actualmente, en lo que va del año, las FOE han realizado 15 intervenciones, entre personas atrincheradas, crisis de salud mental, crisis suicida y toma de rehenes, entre otras. En 2024 se llevaron a cabo 35 operativos. El 70% de estas 50 tareas tienen a la violencia de género como detonante.
El GRIS realiza capacitaciones a toda la Policía de Mendoza. El objetivo es claro: que el primer policía que llega a la escena tenga la capacidad suficiente para determinar si el evento puede escalar a una crisis o si desestima esa posibilidad. Y he aquí el momento cero de la verdad, donde el criterio prima por encima de absolutamente todo. "Esa decisión define el un altísimo porcentaje de las condiciones que nos vamos a encontrar nosotros cuando llegamos", reconoció Ortiz.
"Si ese policía que primero llega al lugar no tiene el conocimiento suficiente para mediar con esta persona las cosas se pueden complicar. Una sola palabra de más puede hacer escalar la agresividad y entonces cuando nosotros llegamos la situación ya está desbordada. Y volverla a estabilizar demanda mucho tiempo y muchos riesgos", agregó.
El trabajo de campo que realiza la Policía hasta que llegan la FOE es determinante: requiere de un aislamiento correcto de la zona, la cual no puede estar contaminada, es decir, de una correcta demarcación del perímetro de exclusión. Este tipo de situaciones despiertan el interés de vecinos curiosos, de peatones y de periodistas que están detrás del dato. "Si hay un arma de fuego en la escena y el móvil que llegó no aísla correctamente desde el vamos estamos arriesgando muchas cosas", explicó Ortiz.
El criterio determina todo incluso antes de que las FOE llegan al lugar de los hechos. No solo para controlar la situación en primera instancia, sino para comprender -y aceptar- cuál es el techo operativo de los efectivos de la Policía que arribaron primero. Su labor es analizar la situación, evaluar qué herramientas tienen en ese momento para resolver el conflicto y, si no las tienen, solicitar la inmediata intervención de los grupos especiales. "Nosotros no somos mejores policías que ellos. Pero sí tenemos un diferencial: contamos con las herramientas para afrontar situaciones límite", explican.
La mayoría de las situaciones en las cuáles interviene la Fuerza de Operaciones Especiales se relacionan a casos de violencia de género y el tipo de arma con la que cuenta el atrincherado, la cual utiliza para amenazar y amedrentar a la víctima determina, en gran parte, los pasos a seguir durante el operativo.
El armamento del atrincherado define los parámetros del perímetro de seguridad que se van a establecer en el lugar: "No es lo mismo tener una persona armada con un cuchillo, donde los perímetros de seguridad se pueden achicar un poco; a una persona con una arma de fuego. Ni hablar si tiene explosivos. Los perímetros se amplían de acuerdo a la capacidad de fuego que tenga el agresor o la persona que esté causando la crisis".
Una vez que las fuerzas especiales llegaron a la escena, son los especialistas del GRIS quienes comandan la primera parte del operativo. Es momento de negociar. Pero no siempre las palabras llegan a buen puerto. Si bien es lo último que la FOE busca, hay casos en los cuales las palabras no alcanzan y el protagonista de la crisis no cede ante las alternativas que ofrecen los negociadores. Esa transición del GRIS al GES, de la negociación al uso de la fuerza para controlar la situación, dura apenas minutos y cuenta con un margen de riesgo importante.
En este tipo de operativos son fracciones de segundos las que determinan todo. Y el manejo de la información que se produce durante la situación de crisis es excluyente para que la situación tenga una resolución favorable. "Mientras estamos negociando al mismo tiempo estamos conociendo a la persona con la que estamos hablando, pero a su vez paralelamente hay una investigación sobre el sujeto atrincherado. Es necesario saber si tiene antecedentes delictivos, saber de su historia".
Una vez entablada la charla con la persona que ocasionó la crisis, los negociadores van detrás de su objetivo primordial: manipular para lograr el quiebre, el cambio de opinión. "Mientras dura la negociación es fundamental una buena escucha activa, sin prejuicios. Nosotros escuchamos atentamente a esa persona, observamos con detenimiento cuáles son sus movimientos, cuál es su tono de voz. Buscamos empatizar, ponernos en su lugar, en la posición de lo que está haciendo. Esto es importante para luego poder influenciarlo y realizar el cambio de conducta que es lo que nosotros necesitamos, que desista de su actitud. También es importante saber cuál fue el detonante de la crisis, qué es lo que ocurrió recientemente que lo llevó a esa situación", explicó Nicolás Arce, jefe del GRIS, a ElEditor.
"Si el negociador primario advierte dentro de su criterio que hay desescaladas, es decir, que hay más alteraciones que la estabilidad que necesita para conseguir su objetivo, que es que esta persona se entregue o desista del acto que quiere cometer, lo que hace es advertirle al Comité de Crisis que es necesario mutar a un rescate táctico", indicó Arce. Si las técnicas habituales de negociación no funcionan y la persona está totalmente alterada es necesario recurrir al uso de la fuerza. Llegó el momento del GES.
Nicolás Arce, jefe del GES, dejó en claro que "si bien la intervención del GES es mediante el uso de la fuerza, se hace de forma razonable. Tenemos armamento de baja letalidad y armamento letal. Cuando interviene el GES, se trata de hacer en forma sorpresiva y violenta, pero esa forma violenta es controlada. Por eso es tan importante nuestra preparación: para que la situación no nos sobrepase nunca al momento de actuar".
Ortiz, comandante de las fuerzas especiales de la Policía de Mendoza, agregó que "tanto los negociadores como el grupo táctico tienen planes previamente generados en el Comité de Crisis. En el comienzo del operativo y en base a la información que tenemos se establece un plan de emergencia que lo ejecuta el GES. Es una situación que tiene que aplicarse inmediatamente si la conducta de la persona que está ocasionando la crisis se altera en demasía, si se comienza a autolesionar o comienza a agredir o matar a las personas que están con él. El plan de emergencia se establece apenas llegamos: por qué lugar vamos a ingresar y de qué forma. Y también se establece un plan de liberado, que es la negociación propiamente dicha".
Al mejor estilo de series y películas de acción que están a disposición de la sociedad en distintas plataformas de streaming, la figura del francotirador existe en este tipo de operativos. "El francotirador es muy importante en nuestros operativos. No solo para neutralizar a alguien, sino también para darnos información a partir de los aparatos ópticos puesto que puede marcaron qué armamento tiene, qué movimientos hace, entre otros. Hemos tenido intervenciones del francotirador para neutralizar, existe la mira, tal cual una serie", contó Alejandro Ábrego, del GES.
"Todas las intervenciones que hemos tenido han sido exitosas", expresó Ortiz, pero al mismo tiempo aclaro que "cada vez que actuamos ponemos en conocimiento al fiscal que llega a la escena o que está a cargo de la causa de que hay posibilidades de que sufra heridas la víctima, el captor e incluso los efectivos que forman parte de la operación".
"Nuestras intervenciones son dinámicas y son todas diferentes. Lo que comienza con una persona que está dentro de un domicilio y amenaza con autolesionarse puede mutar de un momento a otro a una toma de rehenes si se niega a entregar a los terceros presentes. Cuando nos llega un alerta temprana, no sabemos si nuestra tarea va a empezar o no. Y si empieza, no sabemos cuándo termina. Cada crisis es distinta", puntualizó.
En Mendoza, como en muchas partes del país, la Policía y los organismos de seguridad están bajo constante crítica. La inseguridad que tiene harta a la sociedad (la cual desde este espacio periodístico hemos abordado en decenas de veces), los abusos sexuales y la puerta giratoria de los delitos menores son denunciados y visibilizados a diario. La ineficacia operativa y las respuestas desmedidas, también. Hay una evidente tendencia a concluir que todo funciona mal. En ese contexto, y a veces muy lejos de lo que la sociedad quiere creer, también hay cuerpos de élite que actúan con profesionalismo en escenarios muy delicados. Las Fuerzas de Operaciones Especiales son parte de una estructura silenciosa que se entrena a diario para intervenir en las situaciones más críticas: tomas de rehenes, secuestros y allanamientos de alto riesgo. Y lo hacen sin estridencias, sin cámaras y con éxito.
Los oficiales que están a cargo de estos operativos llevan años vinculados a las fuerzas especiales. En particular, Jorge Ortiz forma parte de las Fuerzas de Operaciones Especiales desde el año 2005.
Uno de los casos que marcó a Ortiz se dio en San Martín el año pasado, precisamente el 23 de mayo. El hecho mantuvo en vilo a los medios de Mendoza a lo largo de toda la mañana: alrededor de las 9, en una vivienda de calle Gascón al 2.100 en el barrio Villa del Carmen, un sujeto de 26 años tomó como rehenes a su hija de un año, a su pareja y a dos adultos mayores (de 79 y 84 años). "Los objetivos los teníamos claros: necesitábamos liberar a la menor, puesto que era la persona más indefensa de la situación; luego a la chica y finalmente a los adultos", recordó.
El otro hecho que marcó a Ortiz en el pasado reciente involucró a muchas más personas: es el caso de la mujer que subió hasta la terraza del Amérian Executive Mendoza Hotel, de calle San Lorenzo al 600, con intenciones de arrojarse al vacío. Durante más de tres horas, hasta su posterior rescate, la mujer amenazó con quitarse la vida. La situación, al darse en el microcentro de la Ciudad de Mendoza, obligó a montar un operativo de exclusión muy importante, el cual abarcó varias cuadras de la Capital.
"Fue un trabajo arduo y en conjunto con los VANT (los drones de la Policía de Mendoza). Fueron muy importantes los datos que en tiempo real nos aportaban. Trabajamos en conjunto con bomberos, con quienes realizamos los anclajes", recordó Ortiz.
Luego precisó que "ese rescate fue gracias a un plan de emergencia. El dron nos pasaba información al Comité de Crisis y quien estaba a cargo de esos aparatos nos comentó en un momento que la mujer había tomado una actitud sospechosa: su actitud corporal había dado un vuelco de un momento a otro. Minutos más tarde, se puso de pie y actuamos. Los dos equipos tácticos se acercaron a ella, quien lógicamente no sabía de la presencia del GES en el lugar. Ella solo tenía a los negociadores cerca, a quienes sí veía. Pero a los efectivos del GES no los vio nunca, solo cuando la pusieron a salvo".
"Es difícil quedarse con un hecho solo", reflexionó Alejandro Ábrego, del GES, y continuó: "Si tengo en cuenta que en todas está en riesgo la vida del equipo táctico, no puedo quedarme con una puntual, pero hubo un hecho en San Martín que me llamó la atención, donde un hombre escapó con su hija".
El hecho comenzó a las 18 del jueves 20 de marzo y terminó a las 13.30 horas del viernes 21. "Fue un operativo muy particular", coincidieron los tres policías a los cuales ElEditor reunió para esta entrevista. Como se trataba de un secuestro, el operativo estuvo a cargo del personal de Investigaciones y contó con el apoyo de las FOE. Un sujeto, de 28 años, pasó a buscar a su hija con la excusa de llevarla a tomar un helado. Se aprovechó de esa situación y llamó a la madre, con quien ya no tenía vínculo: "Tengo a la nena, quiero verte", la amenazó.
Como el sujeto no daba su ubicación, pasaron algunas horas y el Ministerio Público Fiscal pidió la intervención de los grupos especiales. "Montamos una negociación indirecta. Logramos que el hombre hablara con un familiar y ese familiar asesorado por un negociador nuestro. Lo fuimos acorralando. Investigaciones logró determinar un cuadrante donde podía estar el sujeto. Acudimos al lugar y a los 20 minutos la niña estaba a salvo y el hombre, detenido", explicó Ortiz.
Sobre este caso, el jefe de los negociadores, Nicolás Arce, recordó que "bajo ningún aspecto se nos podía caer el único canal de comunicación que teníamos con él. Esos mensajes que llegaban al celular del familiar del secuestrador tenían que ser respondidos de forma muy racional. Por eso estábamos ahí, asesorando a esa persona a la cual la podían superar sus emociones. Perder ese diálogo tenía un costo altísimo".
Nicolás Arce, jefe del GRIS, explicó que la capacitación para ingresar a este segmento de la fuerza pública dura "cuatro semanas". Se trata de "capacitaciones que se realizan a nivel nacional, como la DOEM (la División de Operaciones Especiales Metropolitanas), la División de Negociadores de la Superintendencia de Fuerzas de Operaciones Especiales, la Policía de Buenos Aires y también el GEOF (Grupo Especial de Operaciones Federales)".
Arce agregó que "en materia de negociación se realiza un perfilado psicológico para determinar si el aspirante reúne todas las condiciones para realizar la capacitación. Si pasa esa instancia, ese perfil se monitorea durante el cursado a fines de determinar si es el tipo de personalidad que necesitamos para negociar en situaciones de crisis".
Alejandro Ábrego, jefe del GES, detalló que "se dicta un curso de Fuerzas Especiales que dura 5 meses, pero también los policías que quieran integrar el grupo pueden capacitarse en unidades similares como el Halcón, de la Policía de Buenos Aires, el GEOF de la Policía Federal o cursos similares. Una vez aprobado el cursado, una persona se puede incorporar al grupo; pero además hay especialidades como la de francotirador, la de custodio, buceo, paracaidismo, que tienen una duración de 4 a 5 semanas". Se trata de una capacitación con alta exigencia física, práctica y psicológica.
Pero con cursado no basta: cualquier efectivo de la Policía de Mendoza que haya superado la capacitación para formar parte del GES o del GRIS tiene por delante un año completo a prueba en situaciones reales. Tras esto, se evalúa si la persona que obtuvo las certificaciones está apta o no para su ingreso oficial.
A lo largo de las capacitaciones "se lleva a los efectivos a un nivel de estrés extremo y constante y ahí se los pone a prueba para que pueda resolver con criterio. Pero así todo, esa preparación jamás equipara a lo que ocurre en las situaciones de crisis reales. Nuestra formación nos permite que todos los integrantes del GES sean excelentes tiradores de arma de fuego, con y sin estrés. Y que nuestros negociadores resuelvan bien con estrés y sin estrés. Como las situaciones reales son siempre más exigentes que la capacitación es que tienen un año de prueba en operativos y al finalizar ese periodo, son evaluados", detalló Javier Ortiz.
Sobre cómo impactan estos operativos en la cabeza y las emociones de los efectivos, Arce indicó que "para nosotros aquí dentro existe el concepto de familia. Convivimos muchas horas juntos y nos conocemos tanto que cuando vemos que alguien fluctúa o tiene algún problema o está anímicamente mal, que es algo que le puede pasar a cualquier ser humano, no participa de un operativo. Como jefe de negociadores te digo que una de mis funciones es conocer al personal. Se da además de que yo estudio Psicología. Pero más allá de eso, yo tengo que saber fortalezas y debilidades de todos porque soy quien determina quién es el negociador primario".