La vuelta de Franco Colapinto a la máxima categoría traerá un verdadero desafío para el joven piloto en una de sus carreras.
Franco Colapinto deberá rendir un complicado "examen" en Canadá.
@AlpineFranco Colapinto vive un momento soñado. En casi una semana, regresará a la Fórmula 1 de la mano del equipo Alpine, pero su vuelta al máximo nivel del automovilismo no estará exenta de desafíos. Uno de los más importantes será adaptarse al exigente Circuito Gilles Villeneuve, sede del Gran Premio de Canadá.
El desafío para el joven de 21 está en que no conoce el trazado y representa una prueba de fuego para cualquier debutante. Este circuito, emplazado en la isla artificial de Notre Dame en Montreal, no solo es icónico por su historia, sino también por sus particularidades técnicas que lo convierten en un verdadero examen de manejo y concentración.
Construido originalmente para la Expo 67 y reutilizado tras los Juegos Olímpicos de 1976, el trazado fue inaugurado en 1978 y rápidamente ganó prestigio en la Fórmula 1. Aquella primera edición fue ganada por Gilles Villeneuve, cuyo nombre terminaría inmortalizando el circuito tras su trágica muerte.
En términos técnicos, el Gilles Villeneuve es un circuito que combina velocidad y precisión. Es rápido, pero obliga a los pilotos a reducir drásticamente la velocidad en sus múltiples chicanas de frenada brusca y en su famosa horquilla, donde los errores se pagan caros. Además, exige una baja carga aerodinámica, lo que implica que los autos tienden a ser más inestables en curvas lentas, pero veloces en las rectas, un equilibrio que será clave para que Colapinto pueda sacar el máximo rendimiento en su debut allí.
Hay un sector que simboliza el desafío psicológico y técnico del trazado canadiense es el temido "Muro de los Campeones". Esta barrera de concreto, ubicada al final de la vuelta, ha sido testigo de múltiples accidentes, incluso de leyendas como Damon Hill, Jacques Villeneuve y Michael Schumacher, quienes en 1999 estrellaron sus monoplazas allí, dando origen a su célebre apodo. Es un lugar que no permite distracciones y donde un milímetro de más puede significar el abandono.
En ese sentido, el argentino deberá aprender rápidamente las trazadas ideales, gestionar las zonas de alta frenada sin perder tracción y, sobre todo, mantener la concentración durante las 70 vueltas del Gran Premio.