Exportadores de vino en un limbo por el pacto de confidencialidad de Milei con Trump
-El ministro Sturzenegger gambeteó la situación arancelaria del vino.
-Los exportadores deberán esperar hasta que se levante el secreto para planificar.
PorJavier Polvani
14 de noviembre de 2025 - 21:25
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El vino argentino es potencia en el mundo.
Los exportadores de vino argentino hacia Estados Unidos quedaron atrapados en un limbo de incertidumbre tras el pacto de confidencialidad que blindó las implicancias del acuerdo comercial binacional firmado entre el presidente Javier Milei y su par norteamericano, Donald Trump.
La falta de precisiones sobre los términos arancelarios mantiene en vilo a la industria vitivinícola, especialmente a los productores de Mendoza, principal polo exportador del país.
El ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, evitó responder de manera concreta cuál será la situación de los vinos argentinos en el mercado estadounidense. Ante la consulta de periodistas, se excusó señalando que los términos del acuerdo son “ confidenciales” y que su divulgación podría poner en riesgo la viabilidad de las reglas pactadas entre las administraciones libertaria y republicana.
La consecuencia inmediata es que bodegas y exportadores mendocinos deberán convivir con la duda hasta que los gobiernos de Milei y Trump decidan transparentar las condiciones del intercambio. Mientras tanto, la industria vitivinícola enfrenta un escenario de especulación y cautela, sin certezas sobre precios, aranceles ni plazos de implementación.
Evasivas para las exportadores
El viernes, Sturzenegger desembarcó en Mendoza para comunicar los alcances de la desregulación del rol del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) en el proceso de producción de vinos. La reunión con representantes del empresariado vitivinícola se realizó en el histórico edificio del INV, ubicado en la calle San Martín 430 de la capital provincial.
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Tras el encuentro, el ministro ofreció una rueda de prensa marcada por la tensión y el apuro de sus colaboradores. En ese marco, el funcionario ensayó una gambeta discursiva: “Me parece que este es un acuerdo que nos permite avanzar en varios temas de propiedad intelectual, de comercio digital, etcétera”, declaró, evitando referirse al punto más sensible para los productores: las condiciones de exportación de vinos hacia Estados Unidos.
La estrategia de evasión se repitió en sus declaraciones posteriores. En lugar de brindar precisiones técnicas, Sturzenegger se concentró en remarcar el carácter “positivo” del pacto y en destacar la relación personal entre Milei y Trump. “Es muy positivo en muchos sentidos y, además, representa el fruto de una relación única que ha establecido el presidente Milei con el presidente Donald Trump”, afirmó.
Sin embargo, el entusiasmo oficial contrasta con la preocupación de los empresarios vitivinícolas, que reclaman información concreta para planificar sus operaciones en un mercado clave. La falta de definiciones sobre aranceles y regulaciones genera un clima de incertidumbre que amenaza con paralizar inversiones y comprometer contratos de exportación.
Una alianza estratégica con incógnitas
En su discurso, Sturzenegger insistió en que el pacto con Estados Unidos constituye “una alianza estratégica” que posiciona a la Argentina en el marco de las Américas. Según el ministro, se trata de un acuerdo “sólido, duradero y capaz de generar frutos muy positivos para el país”.
No obstante, la narrativa oficial omite un dato relevante: el acuerdo con Argentina fue anunciado en simultáneo con convenios similares firmados por Estados Unidos con Guatemala, El Salvador y Ecuador. Esa simultaneidad relativiza el carácter “único” de la relación bilateral y plantea interrogantes sobre el verdadero alcance de la alianza.
Para los exportadores mendocinos, la incógnita es doble. Por un lado, desconocen si los vinos argentinos gozarán de ventajas arancelarias frente a competidores de otros países latinoamericanos. Por otro, temen que la falta de transparencia en la “letra chica” del acuerdo derive en condiciones desfavorables para un sector que depende en gran medida de las ventas externas.
Motor económico
La vitivinicultura mendocina, motor económico de la provincia y símbolo de la identidad nacional, se encuentra así en una encrucijada. Mientras el gobierno celebra la supuesta fortaleza del pacto, los productores reclaman certezas para sostener su competitividad en un mercado exigente como el estadounidense.
En definitiva, el pacto Milei–Trump abre un escenario de expectativas y dudas. La industria vitivinícola argentina, con epicentro en Mendoza, espera que la confidencialidad ceda paso a la claridad. Solo entonces podrá evaluar si la “alianza estratégica” proclamada por el oficialismo se traduce en beneficios concretos o si, por el contrario, deja a los vinos argentinos en desventaja frente a sus competidores regionales.