El merendero María Silvia no puede funcionar hasta terminar la precaria construcción. Necesitan materiales y alimentos.
El merendero María Silvia necesita materiales de construcción para vovler a funcionar.
Luis Vigazzola / ElEditor MendozaDesde el año 2007, Brisa Moyano ha sido el corazón y el alma del Merendero María Silvia en Rivadavia, Mendoza. Lo que comenzó como un sueño compartido con su madre, hoy sigue siendo un refugio de solidaridad para muchos niños y familias de la comunidad.
Pero el camino no ha sido fácil: la historia de Brisa está marcada por la superación y el esfuerzo inquebrantable.
Brisa recordó uno de los momentos más difíciles que enfrentó: el nacimiento prematuro de su hija Almita, a raíz de un accidente cerebrovascular (ACV) sufrido durante el embarazo. "Fueron 28 días con mi bebé en incubadora. Me quedaron secuelas en mi brazo y pierna derecha, pero no me di por vencida", relató. A pesar de su propia recuperación y de la ausencia temporal en el merendero, su madre y sus hijos se unieron para mantener el espacio funcionando, preparando la merienda y horneando pan para los chicos.
El merendero lleva el nombre de su madre, María Silvia, en homenaje a su dedicación y acompañamiento constante. "Mi mamá siempre estuvo conmigo, desde que comenzamos. Ella me apoyaba en todo, desde hacer colectas hasta preparar el chocolate para el Día del Niño", contó Brisa con emoción.
Brisa comenzó su labor social en el distrito Phillips, donde sus padres le cedieron un lote detrás de su casa para que pudiera levantar el merendero. Sin embargo, tras el fallecimiento de su madre y posteriormente de su padre, el espacio se convirtió en un punto de discordia familiar.
"Éramos nueve hermanos y cada uno quería algo diferente. Ya no me hacía feliz estar allí", confesó. Fue entonces cuando, con esfuerzo y determinación, consiguió comprar un nuevo terreno en Santa María de Oro, también en Rivadavia, y comenzar la construcción de su merendero desde cero.
Para lograrlo, Brisa tomó una decisión valiente: entregó su único medio de transporte, un viejo auto con el que llevaba a su hijita a la escuela, a cambio del lote. "Aunque nos costó desprendernos, sabíamos que era por algo mayor", comentó. Gracias a esta determinación, pudo seguir adelante con su proyecto, construyendo poco a poco con la ayuda de colaboradores y donaciones.
Actualmente, el merendero está en construcción y necesita ayuda para poder abrir sus puertas de manera definitiva. "Necesitamos ripio, arena, 1.500 ladrillos, cemento, dos puertas con rejas, tres ventanas y materiales para completar el techo y el baño", explicó.
Además, requieren una heladera para conservar los insumos con los que fabrican el pan que reparten a las familias. "No tenemos una panadería que nos done el pan, así que lo hacemos nosotros desde cero. Para eso, necesitamos conservar la levadura, la grasa, la margarina y los huevos", agregó.
Hasta que la construcción esté terminada, Brisa y su equipo continúan ayudando a las familias de la zona mediante la entrega de bolsones con alimentos y otras donaciones. Recientemente, organizaron una campaña para donar mochilas escolares, logrando entregar más de 600 kits completos a niños que los necesitaban. "Es un trabajo a pulmón, pero cuando vemos las sonrisas de los chicos, sabemos que vale la pena", afirmó Brisa.
Brisa y su comunidad han demostrado que la solidaridad y el esfuerzo pueden hacer la diferencia, pero todavía necesitan apoyo para seguir adelante. "Por mínimo que sea, todo suma", enfatizó, con la esperanza de que pronto el merendero esté terminado y listo para recibir a los niños.
Quienes deseen colaborar pueden acercarse al merendero en calle Millán, sin número, en el distrito de Santa María de Oro, o realizar donaciones a la cuenta del Banco Nación que Brisa ha dispuesto para este fin. El número de contacto de Brisa es 263 428-5465.