La industria de Mendoza destruyó 13.064 puestos de trabajo bajo la presidencia de Javier Milei y la segunda gobernación de Alfredo Cornejo. Los industriales mendocinos en conjunto eliminaron en un año 36 de cada cien de sus empleos. Ni siquiera con la cuarentena por la pandemia fue tan dramática la situación para los trabajadores del sector.
Con la aniquilación récord de puestos de trabajo, los industriales redujeron su participación en la bolsa del empleo de la provincia al 11,8% del total, cinco puntos menos de su incidencia en el segundo semestre de 2019, antes de la irrupción del Covid-19. La contextura del empleo industrial en Mendoza es 17% más pequeña que la formateada por la parálisis casi total de la actividad ante la amenaza letal de un virus expandido globalmente.
Este retroceso no solo reviste gravedad por su magnitud, sino que marca la mayor contracción en el sector desde que existen registros comparables.
Según los últimos datos difundidos por la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas del gobierno de Mendoza, correspondientes al segundo semestre de 2024, los empresarios manufactureros de Mendoza tienen a tres de cada diez empleados en negro, una porción 12 puntos menor que la registrada en 2019.
Desde 2019, la capacidad empleadora de la industria mendocina registró altibajos hasta desplomarse como nunca antes víctima del modelo económico de Milei respaldado al ciento por ciento por Cornejo. Desde 2019, la capacidad empleadora de la industria mendocina registró altibajos hasta desplomarse como nunca antes víctima del modelo económico de Milei respaldado al ciento por ciento por Cornejo.
Evolución del empleo industrial entre 2019 y 2024
Así fue la evolución interanual del empleo total de la industria mendocina, considerando los datos oficiales del segundo semestre de cada año:
Contexto histórico reciente
Tras el impacto inicial de la pandemia, la industria local había mostrado signos de recuperación en 2022, alcanzando un pico de 39.459 empleados.
Sin embargo, en 2023 ya se habían perdido 2.995 puestos y en 2024 la destrucción alcanzó 13.064 empleos, dejando el total en 23.400 personas ocupadas en el sector. Este vaivén contrasta con la estabilidad que mostró el comercio y subraya la vulnerabilidad de la producción ante choques económicos externos.
Formalidad versus informalidad
Del total de empleos perdidos con Milei, 9.557 correspondieron a trabajadores registrados (pasando de 26.076 a 16.519) y 3.508 al empleo no registrado (de 10.389 a 6.881). La reducción del empleo formal equivale al 37 % de las bajas totales, mientras que la informalidad disminuyó casi un tercio, aunque el porcentaje de trabajadores en negro sigue siendo elevado (29 % del total sectorial).
Aumento de costos y materias primas
La pérdida en año de un tercio de los empleos industriales de la provincia no es un fenómeno aislado, sino el resultado de la convergencia de presiones macro y microeconómicas que erosionaron los márgenes de las fábricas mendocinas.
Aumento de costos energéticos y de materias primas: las tarifas eléctricas se incrementaron más de 60 % interanual y la fuerte volatilidad cambiaria elevaron hasta un 30 % el costo de los insumos importados.
Restricción financiera: con tasas de interés que superaron el 100 % anual, las pymes industriales vieron casi inaccesible el crédito para renovar maquinaria o ampliar líneas de producción.
Colapso de la demanda interna: la caída sostenida del salario real redujo cerca de un 15 % el consumo de bienes durables y no durables, afectando pedidos y niveles de actividad.
Cuellos de botella logísticos: demoras recurrentes en puertos y aumentos de hasta 25 % en los fletes encarecieron la colocación de productos en el exterior, desincentivando las exportaciones.
Esta combinación —tarifas galopantes, crédito vedado, consumidores con menos poder adquisitivo y distracciones en la cadena de suministros— configuró un escenario en el que la mayoría de las industrias mendocinas quedó atrapada entre márgenes cada vez más ajustados y la imposibilidad de sostener sus planteles.
La destrucción masiva de empleos en la industria incide directamente en el aumento de la desocupación y profundiza la presión sobre el sector de servicios, que ya arrastra altos niveles de informalidad.